lunes, 21 de marzo de 2016

Ambulantes II. Búsqueda del origen



Ambulantes II. Búsqueda del origen
Obdulio Ávila

Existen historiadores que ubican el origen del comercio ambulante en la CDMX en el tianquiztli azteca. Éste era un lugar donde concurrían diversos vendedores a comerciar un amplio espectro de mercancías, colocadas y ordenadas de acuerdo con el producto ofrecido.
Era un lugar ex profeso para el trueque y la compraventa que contaba con personal especializado que lo administraba e impartía justicia comercial. En el imperio azteca había tianquiztlis especializados en determinados productos, por ejemplo, piedras finas y plumas en Cholula, iztcuintles en Acolman, esclavos en Azcapotzalco y jícaras en Texcoco.
El ejercicio del comercio fuera del tianquiztli estaba prohibido, por lo que el comercio ambulante en calles no estaba permitido.
Sin embargo, el tianquiztli es más parecido al tianguis o al mercado público actuales que al comercio ambulante, sin soslayar que esa institución azteca era mucho más amplia que cualquiera de las instituciones con las que se le compara actualmente.
En el período colonial la forma de concebir y hacer el comercio fue la plaza-mercado, y es ahí donde surgen dos personajes comerciales que pueden ser los posibles antecedentes del comerciante ambulante, el buhonero y el libremesillero.
El vendedor itinerante, sin lugar fijo, en calles y plazas surge en la época virreinal, era el llamado buhonero. Ejercía el comercio sin un lugar específico para comerciar; comprando y vendiendo en esos espacios cosas de poco valor.
En las plazas se autorizaba colocar mesas y mesillas sin lugar fijo, éstos fueron los libremesilleros.
El 15 de febrero de 1541 el Ayuntamiento emitió una ordenanza que prohibía la venta de mercancías en la calle, con la amenaza de perderlas y ser desterrados de la ciudad.
Otra figura colonial fue el baratillo, donde se vendían mercancías de segunda mano y también robadas.
En los siglos XVI, XVII y XVIII la Plaza Mayor fue el lugar de comercio por excelencia, el mercado y el barrio de La Merced fueron la central de abastos de la Ciudad de México. En el siglo XIX el desbordamiento del comercio en las calles aledañas obligó a las autoridades a crear un corredor comercial cerrado, con tráfico local.
Ése es el momento en que el vendedor en la plaza transita al vendedor adyacente a la misma y de manera gradual, progresiva y constante ese comerciante se va apropiando de calles, parques y jardines. Ahí surge el vendedor ambulante, el comercio callejero, como lo conocemos en la actualidad.
La plaza-mercado se convierte plenamente en mercado público con la publicación del Reglamento de Mercados en 1951. En los 50 y 60 se construyeron 265 mercados públicos para ubicar vendedores ambulantes y comerciantes fijos en calles, así como establecidos.
En la década de los 60 del siglo XX inició el incremento constante del comercio ambulante en calles, banquetas, parques, jardines; en síntesis, la invasión del espacio público. De ahí en adelante, necesidad, permisividad, corrupción, complicidad y uso político-electoral se mezclaron.



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