Por Miriam Cruz
Arrancaron hoy
las campañas en la Ciudad de México rumbo a la elección de Diputados
Constituyentes, mismos que tendrán bajo su responsabilidad promulgar la primera
Constitución de la Ciudad. En un proceso inédito, l@s ciudadanos podremos
elegir a sesenta de los cien constituyentes que en 2017 deberán dar cuenta del
encargo que les conferiremos con nuestro voto el próximo 5 de junio. Los otros
cuarenta serán designados por el Ejecutivo Federal, el Ejecutivo Local, el
Senado y la Cámara de Diputados. La decisión, las cifras y hasta los perfiles
de los “constituyentes designados”, son el resultado de los acuerdos
establecidos entre el titular de “Los Pinos” y el Jefe de Gobierno de la
Ciudad. La reforma política –tan necesaria en nuestra Ciudad capital- fue
pactada y orquestada desde las más altas esferas del poder. Bien por quienes se
empeñaron en saldar la cuenta pendiente con la Ciudad, mal por quienes
sobreponen los intereses particulares a los intereses generales. La legitimidad
de un proceso Constituyente lo constituye la pluralidad, la voluntad general
representada en tod@s los hombres y mujeres posibles. La soberanía es un
principio que solo dimana del pueblo y se instituye para beneficio de este. La
representación de l@s ciudadan@s depende si, del número de votos, si de los de
los pesos y contrapesos, si de la concertación política, pero también de la más
amplia participación de las masas. La primera Constitución de la Ciudad de
México debe surgir de un amplio proceso de discusión de todos los sectores de
la sociedad, de un sinfín de propuestas hechas por expertos científicos,
empíricos, obreros, feministas, amas de casa, adultos mayores, jóvenes,
profesionistas, empleados, en fin, por el mayor número de sectores posibles. Lo
que los sectores de a pie esperamos, deseamos, demandamos es el mayor número de
propuestas posibles, pero también el ser tomados en cuenta. El replantearse la
Ciudad no es asunto menor. Los partidos (que por cierto han apuntado a la
descalificación de sus propios militantes para participar en sus propias listas
de candidatos), han dado lugar a las figuras “externas” para representar sus
propios postulados, deberán dar respuesta de lo que ocurra una vez que se
conviertan en “Constituyentes”, quienes ni postura tienen sobre los asuntos
públicos de la Ciudad. Y los escasos (ocho) ciudadanos palomeados por el INE
para aparecer en la boleta electoral, deberán ser congruentes con la figura de
“independientes” con que se manejan respeto de las fuerzas políticas con
registro. La moneda está en el aire una vez más. L@s ciudadanos seremos
bombardeados con propaganda, souvenirs y promesas reiteradas de cambio; el resultado
será en gran parte lo que resulte de las buenas y malas decisiones de las
fuerzas políticas concentradas en la Ciudad de México. El poder supremo por
excelencia es el sufragio libre, universal y secreto, ese es el que determina
quién se queda o quien se va. El voto del 5 de junio determinará lo que
ocurrirá en el Constituyente, el proceso electoral del 2018 no está escrito, ni
será determinado por lo que ocurra en junio de 2016. ¿Alguien opina lo
contrario?
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