Dedicado a las millones de familias, locatarios y
productores que siguen manteniendo vivos los mercados tradicionales, fortaleza
del abasto popular y cohesión social de la Ciudad de México.
“Son los mercados apetitosos y amables”, decía hace
cinco siglos fray Diego Durán. Hoy, sin duda alguna, podríamos decir lo mismo
de los mercados tradicionales mexicanos. Porque más que un espacio para comprar
y vender, más que un lugar para abastecer la despensa, los mercados son las
síntesis de la cultura nacional, una explosión de colores vivos y vibrantes; un
catálogo de aromas, sutiles unos, intensos otros; una amalgama de recuerdos y
añoranzas de un pasado siempre presente, y siempre amenazado por el porvenir.
Porque los mercados también son historia, y son los espacios donde se tejen
redes familiares y se anudan amistades; donde las manos del agricultor, el
artesano o la costurera, pueden ver florecer el fruto de su esfuerzo; donde el
ama de casa, la quinceañera o los niños encuentran el ingrediente justo para
dar sazón a sus delicias culinarias, la parafernalia precisa para su solemne
presentación en sociedad, o el juguete anhelado que calme sus ansias de retozo.
“México está en sus mercados”, decía el magnífico poeta chileno Pablo Neruda. Y
es verdad, porque en los mercados está mucho de lo que nos da identidad: los
dulces y artesanías que sólo encontramos en México; la infinita variedad de
panes regionales; las plantas medicinales locales y los polvos para el buen
querer; las especias y las verduras, los chiles y las flores, las frutas y los
granos; todo aquello que llena nuestro paladar de sabores bizarros y
agradables, que nos sumerge en fragancias y sonidos, que nos arropa con texturas
y matices. Hay mercados y tianguis de todo y para todos: de frutas y verduras,
de carnes y lácteos, de abarrotes y herramientas, de muebles y adornos, de
chácharas y cosas de segunda mano, de pescados y mariscos, de revistas y libros
nuevos y usados, de artesanías y antigüedades, de magia y herbolaria, de
plantas y flores, de computación y electrónica, y de todo lo que requieran las
clases y estratos populares.
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