Obdulio Ávila
En el extenso panteón civil de Dolores existe el
lote de Los Defensores de la República y sus descendientes, bello nombre y muy
a tono cinematográfico con salas de cine repletas de Guardianes de la
Galaxia.
La gran diferencia estriba en que el lote en
cuestión es real y es parte de la memoria histórica de nuestro país. El 14 de
abril de 1856 el presidente substituto de México, Ignacio Comonfort, declaró
por acuerdo la fundación de la Sociedad de Defensores de la Integridad del
Territorio Nacional.
La denominación cambió en 1857 a Sociedad de
Defensores de la República desde 1836 a 1848, y en 1886 fue la Asociación
Patriótica de los Defensores del Territorio Mexicano en 1836 y 1867. Fue en ese
año que el ayuntamiento de la Ciudad de México otorga a perpetuidad un lote
especial en el Dolores, destinado a inhumar los restos de quienes habían
empuñado las armas para defender a México.
En el lote de los Defensores yacen los restos
mortales de mexicanos que combatieron en las intervenciones estadounidenses y
francesas. Y de algunos que participaron en la Revolución Mexicana, aunque
primordialmente es en honor a los que empuñaron las armas contra el extranjero
que intervino al país durante el siglo XIX y la segunda década del XX.
Ahí están oficiales de la marina que combatieron
los ataques estadounidenses en el puerto de Veracruz en 1914; integrantes de la
Legión de Honor Mexicana, que era un cuerpo de reserva de personal tanto activo
como retirado o en descanso del Ejército Mexicano, creado para conservar la
experiencia ganada por años de servicios; militares que participaron en la
defensa de la Ciudad de México el 14 de julio de 1840, contra el invasor
norteamericano; veteranos de la guerra contra la invasión francesa y miembros
fundadores de la Asociación Defensores de la República y sus descendientes.
Esta minúscula porción del territorio nacional es
el sitio en el cual el Estado mexicano rinde tributo a los defensores de su
integridad. Ese lote tiene las huellas del olvido, el abandono y el usufructo
ilegal del mismo. Durante los últimos 35 años una familia la convirtió en
bodega y la habilitó como precaria vivienda.
A los ocupantes se les pidió exhibir la
documentación que acreditara su legal estancia dentro de un lote del Dolores;
nunca lo hicieron. Los precaristas contaban con toma de agua potable, energía
eléctrica, servicio de televisión de paga, gas, televisión con pantalla plana y
¿por qué no? una elíptica.
El martes 2 de mayo a las 8 de la mañana la
delegación Miguel Hidalgo, auxiliada por la SSP de la CDMX, notificó y llevó a
cabo la orden de ejecución directa e inmediata de recuperación del lote de
marras. Ahora es momento de iniciar la etapa de restauración y revalorización
de esa porción de nuestra historia que nos enseña que de mil héroes la patria
aquí fue.
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